Una cláusula de “invencibilidad” entre las dos estrellas obligó a reescribir escenas y marcó el futuro de la franquicia.
La saga Rápidos y Furiosos no solo se caracteriza por sus autos y acrobacias, sino también por un detalle insólito detrás de cámaras: una cláusula de invencibilidad firmada por Vin Diesel y Dwayne Johnson que impide que cualquiera de los dos pierda una pelea en pantalla.
El acuerdo surgió para mantener la imagen de superioridad de ambos protagonistas y evitar comparaciones negativas entre ellos. Según informes de producción, cada escena de acción debía respetar un “sistema de puntuación” que equilibrara los golpes y el daño recibido por cada actor. “El objetivo era que nadie terminara pareciendo el derrotado”, explicaron fuentes del equipo.
La rivalidad se volvió tan notoria que derivó en una separación temporal: Johnson dejó la saga principal tras Fast & Furious 8 para protagonizar su propio spin-off junto a Jason Statham, titulado Hobbs & Shaw (2019). Sin embargo, la reconciliación llegó en 2023, cuando ambos acordaron volver a compartir pantalla para la undécima entrega prevista para 2027.
Más allá de los motores y la acción, Rápidos y Furiosos se transformó en un caso único en Hollywood: una franquicia donde la diplomacia entre estrellas es tan importante como el guion, y donde ningún alfa acepta perder, ni siquiera por ficción.






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