El joven defensor atravesó una infancia marcada por el sacrificio y hoy es una de las grandes apariciones de Núñez.
La historia de Lautaro Rivero emociona por lo que tiene de lucha y superación. Durante su infancia en un contexto de muchas carencias económicas, el chico debía salir a los semáforos para vender alfajores y ayudar a su familia. Años más tarde, ese mismo esfuerzo y disciplina lo llevaron a ponerse la camiseta de River Plate, donde hoy es considerado una de las joyas de la cantera.
Rivero se desempeña como defensor y rápidamente se destacó en las divisiones juveniles del club, mostrando firmeza en la marca y personalidad en partidos decisivos. Su rendimiento le abrió las puertas a entrenar con el plantel profesional y a ser observado por las selecciones juveniles argentinas, que ya lo tienen en carpeta como un proyecto a futuro.
En River destacan no solo su capacidad futbolística, sino también la madurez con la que afronta cada desafío. El paso de la calle al Monumental, de los semáforos a la Selección, se convirtió en símbolo de que el sacrificio y la constancia pueden transformar destinos.
Con apenas el comienzo de su carrera profesional, Rivero encarna la esperanza de un semillero que sigue marcando el camino en el fútbol argentino. Su historia de vida ya lo distingue; su presente como defensor lo proyecta hacia un futuro prometedor.






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